Todo cuanto desees para ti, deséalo y obséquialo primero, debes causarlo en los demás, para que de este modo retorne a ti.
Es sencillo, se trata de que seas intencional en tu ser, hacer, pensar y decir.
Las cosas se te presentan según como quieras verlas, si deseas que mejoren, mejora tu primero; ya que de lo contrario se presentaran según tus decretos o estado mental.
Tú eres la causa de todos los efectos en tu vida, ya sea que estés consciente de ello o no.
Cuando causas daño o felicidad, te causas a ti mismo daño o felicidad, de una u otra forma.
Eliges lo que deseas ver manifestado en tu vida, no permitas que sean más relevantes las elecciones de los demás sobre las propias; pues podrías llegar a compartir sus consecuencias. Determina y opta por tu propia cuenta para que puedas disfrutar de tus propios efectos.
No olvides: “Lo que haces a los demás, te lo haces a ti mismo”, conociendo esta ley es importante que practiques el bien en todo momento, que vivas tu propia vida y dejes a los demás vivir la suya.
No sientas culpas, estas te apartan de la concentración y la fe.
Deja atrás el pasado, las molestias; libérate de sentimientos negativos para que puedas atraer cosas positivas.
No sientas preocupación, piensa solo en “Éxito”.
Visualiza en grande y “Cree”.